lunes, 11 de julio de 2016

De princesas y Nancys


No sé si será cosa mía, pero veo princesas y productos para princesas hasta en la sopa.
Recientemente me ha sorprendido el anuncio de una conocida linea de champús que ha puesto a la venta uno especifico para aspirantes a princesa.
Asimismo una popular y principesca marca de galletas rellenas de chocolate también está explotando este filón, aunque a mi juicio de forma algo más constructiva. Al menos la princesa de la galleta es un poco menos ñoña y además parece capaz de apañarselas por si misma. Eso sí, sin quitarse la diadema de la cabeza y después de haber ingerido la galleta de marras, que por lo visto da superpoderes.  No así la del champú, que parece vivir en un estado de perpetua ensoñación bajo al atenta supervisión de su mamá (antigua princesa ascendida a hada madrina) donde todo son brillos, colorinchis pastelosos, coronitas, varitas mágicas y melenas al viento.

Casí la totalidad de los mil variopintos artículos que veo por ahí destinados a las niñas están estrechamente relacionados con princesas de variado pelaje y condición. Servicios de té de juguete, muñecas, cuadernos, mochilas, camisetas, ropa interior y un larguísímo etc. de productos no se libran de tener como protagonista a la princesa de turno o algún sucedáneo low cost de la misma.
Si tomamos todo esto en cuenta se tiene la impresión de que hoy más que nunca las niñas aspiran a ser bellas princesas -o cualquiera de sus variantes- por encima de todas las cosas, cuando en realidad deberían poder soñar con ser lo que se les antojase sin que les metiesen por los ojos esa machacona idea. 
Por otra parte creo que no es totalmente negativo que las niñas fantaseen en algún momento con ser princesas, pero...¿solo princesas? ¿siempre princesas? Lo mismo opino sobre el estomagante uso y abuso que se hace del color rosa para las niñas y el publico femenino en general. ¿Por que todo es rosa?. No encuentro respuesta razonable, pero para entender la pregunta no hay más que pasar por delante de un lineal de juguetes en cualquier centro comercial.
¿Quieren realmente las niñas ser princesas, o es sencillamente que no se les ofrecen otros modelos?. ¿Que significa exactamente ser princesa para ellas?.

Ocioso es señalar que no aprecio en absoluto el rosáceo frenesí con que bombardea a las niñas nuestra amada y odiada sociedad de consumo y la publicidad en general.
Por suerte, -y aunque sus embalajes si lo eran-, nuestra Nancy nunca fue una muñeca "rosa", al menos durante la década de los setenta y primeros ochenta; más tarde la cosa empezó a cambiar. Como decía, las ropas y accesorios de Nancy eran una copia bastante acertada y fiel de lo que se podía ver en la vida real, tanto en colores como en diseños.
Y si, es cierto que a la señorita no le faltaba detalle ni modelito, pero siempre me quedó la idea de que Nancy además de ir de saraos vestida de punta en blanco tenía muchos otros intereses.
A pesar de todo también a ella le tocó ejercer de princesa. Pero poquito.
Que yo recuerde, y dejando a un lado la serie  en que se vistió de personaje de cuento, Nancy sólo ha tenido dos vestidos de princesa: el mítico "Esperando al príncipe", (que llamándose así intuyo debe ser "de princesa"), y este modelo de los años ochenta que os presenta Clara.




Hubo una versión para niña de este mismo vestido, de manera que Nancy y su dueña podían ir ataviadas de princesa a dúo.


Y bueno, ya me dejo de divagaciones y os presento formalmente a mi Clara, a la que  encontré en un mercadillo de trastos viejos que se organizó la Navidad pasada en mi ciudad.
Por estos lares no se suele celebrar ninguno por lo que fue una ocasión muy especial para mi y disfruté de lo lindo, además de tener la suerte de encontrar dos Nancys ochenteras en perfecto estado que me traje para casa sin dudarlo.

Clara, que venía vestida con este traje solo necesitaba una limpieza y poco más.
Una vez bañada y después de una intensiva sesión de peluquería quedó tal como la veis. También le retoqué el maquillaje de los labios que estaba un poco deslucido y le subí un poco el color original. Creo que está mucho más favorecida con este color de labios.

El vestido necesitaba un lavado y un pequeño zurcido en el tul de la sobrefalda, pero por lo demás se conserva en excelente estado. Con eso, y un buen planchado de las cintas, quedó perfecto.
Confieso que el modelo no me entusiasma demasiado y hubiese preferido cualquier otro, pero mejor este que ninguno.
Al conjunto le faltan la corona dorada de cartón (que he sustituido por una pequeña diadema) y los zapatos dorados.
Para calzarla le he puesto unos zapatos rosas con lazos.



Clara es preciosa y su pelo se ha conservado brillante y sedoso.
A pesar de que tiene iris modernos su carita me recuerda mucho a las Nancys de mediados de los setenta.
Por el vestido y el aspecto general diría que es de principios de los ochenta.

Os dejo unas fotos de la niña recién llegada a casa, del desguace de piezas y la sesión de peluquería.





Clara os manda un cariñoso saludo y os desea unas felices vacaciones a tod@s los que tan amablemente nos seguís visitando.

Y para terminar con el tema de las princesas os dejo este divertidísimo vídeo.



 ¡¡ FELIZ VERANO!!